viernes, 22 de febrero de 2013

VALORES AMBIENTALES


TEMA:  VALORES AMBIENTALES                               
LOGRO IDENTIFICARA LA INTERACCIÓN ENTRE LOS FACTORES NATURALES Y LA INTERVENCIÓN HUMANA.
VALORES AMBIENTALES

"Es el proceso de reconocer valores y aclarar conceptos para crear habilidades y actitudes necesarias, tendientes a comprender y apreciar la relación mutua entre el hombre, su cultura y el medio biofísico circundante."

SU OBJETIVO
Crear valores, actitudes y habilidades prácticas que les permitan participar de manera responsable y efectiva en la previsión y resolución de los problemas ambientales. La educación ambiental es una corriente internacional de pensamiento y acción

Empezamos un nuevo siglo y como en todo comienzo de época, buscamos renovar nuestras ilusiones, despertar propósitos que permanecen ocultos, abrirnos a nuevas fuentes de esperanza por un porvenir nuevo e incierto que parece que se descubriera por el paso de una fecha a otra. Este sentimiento de esperanza y de cambio, que existe en cada uno de nosotros y lo percibimos de manera individual, es en gran medida algo generalizado, porque generalizados son algunos problemas que afectan al conjunto de la sociedad. Uno de estos problemas tiene que ver con el tema de la conducta humana, aquello que pertenece al campo de la ética (Mitcham, 1996); y por consiguiente involucra el dominio de nuestras relaciones consigo mismo y con los demás seres humanos.

Pero esto es solo una parte del problema ético. Hemos cambiado el medioambiente de manera radical en los últimos cincuenta años, al punto de poner en peligro la existencia de la vida sobre la tierra; y esto también ha pasado a ser motivo de preocupación ética.

Los problemas ambientales no son producto de la fatalidad, están relacionados con las intervenciones humanas. Y estas presentan muchos componentes, no solo el económico, también el científico y el tecnológico, el político y jurídico, el social en su conjunto. Desde este punto de vista, hay que preguntarse por la naturaleza de las intervenciones o acciones humanas, es decir, por la forma como se originan y presentan dichas acciones con relación al medio ambiente. ¿Cuáles son las consecuencias previsibles a corto, mediano y largo plazo por estas intervenciones? ¿Y qué podemos hacer al respecto? Son preguntas inevitables en un análisis ambiental, y que la ética incorpora como manera de preguntarse sobre la conducta de los hombres con el conjunto de la biosfera.

Uno de los componentes fundamentales de una intervención ambiental está relacionado con el desarrollo científico-tecnológico, ya que este desarrollo nos ha permitido utilizar la naturaleza para desencadenar situaciones que han puesto en peligro la continuidad de la vida. Desde este punto de vista, podemos vincular la preocupación por el tema del medio ambiente y de la ética sobre el medio ambiente, con el auge de la ciencia y la tecnología, especialmente desde la segunda guerra mundial.

LA POBLACIÓN

El explosivo aumento de la población mundial y los desequilibrios que caracterizan su composición y estructura, junto con el contexto socio económico en el que estos fenómenos se producen son, en nuestros días, cuestiones claves para entender la crisis ambiental. Durante milenios,  la población del mundo creció lentamente, dado que los nacimientos apenas superaban a las defunciones y que se producían periódicas y catastróficas sobremortalidades, debidas a la escasa alimentación, las epidemias y las guerras. La superación de estos factores, las revoluciones agrícola e industrial, la mejora en las condiciones higiénicas y otros adelantos explican el acelerado crecimiento de la población mundial desde finales del s. XVIII y la explosión demográfica especialmente evidente en el s. XX.

La población mundial, así, ha crecido más en estos dos últimos siglos que en todos los anteriores, doblando sus efectivos en los años posteriores a la 2ª Guerra Mundial. En la última década se han registrado tasas de crecimiento del 1,7% anual (1985-90), con incrementos anuales de 90 millones de personas. El resultado es que la población de la tierra cuenta en la actualidad (1997) con 5.850 millones de habitantes, mientras que hacia mediados del s. XVIII apenas estaba constituída por 728 millones, a mediados del s. XIX por 1.171 millones y a mediados del siglo XX por 2.516 millones de habitantes. Y en el futuro, según algunas estimaciones, la tierra podría superar los diez mil millones de personas (9.400 millones en el año 2050, 11. 200 millones en el año 2100).

La preocupación por los efectos sobre el medio ambiente de una población de tal magnitud y por las disponibilidades de recursos para atenderla, resultan comprensibles a la luz de estas cifras y se agrava al coexistir la explosión demográfica con un modelo socioeconómico que propicia otra explosión no menos preocupante, la del consumo, masivo ya en las sociedades industrializadas, y que favorece situaciones de grave desigualdad, en la que el 20% rico de la población mundial se reparte el 80% de los recursos. Ambas cuestiones, explosión demográfica y explosión del consumo no pueden, pues, considerarse por separado ni aislarse de los modelos de desarrollo que se planteen; por ello, es necesario afrontar la cuestión desde ambos aspectos, población y recursos, y buscar modelos de desarrollo más justos.
La explosión demográfica y los desequilibrios de la población

La explosión demográfica es, pues, una de las grandes preocupaciones ambientales de fines del s. XX. Y, aunque el ritmo de incremento parece haberse hecho más pausado, con "sólo" 81 millones de personas al año, si no se reduce, en el año 2025, según cálculos de los expertos de la ONU, que nos muestra el gráfico, la tierra habrá aumentado en 2.200 millones de personas más y estará poblada por más de 8.039 millones de habitantes.

Pero la población de la tierra presenta, además, acusados contrastes en su distribución espacial y notables desequilibrios en su composición. Así el 90% vive en el hemisferio norte; el 50% se sitúa entre los 20º y 40º de latitud norte y preferentemente en la periferia o por debajo de 500 m. Ciertos factores naturales, como el clima o el relieve, justifican la atracción de algunas regiones y los vacíos de otras, pero son factores humanos, sociales, económicos, políticos y de comportamiento demográfico, los que explican la distinta ocupación del espacio.

Se producen también desequilibrios en la estructura de la población y en su distribución por edad, sexo y niveles de desarrollo, los cuales no han hecho más que acrecentarse con la explosión demográfica, dado que, en nuestros días, se da básicamente en los países subdesarrollados o en desarrollo, cuya fecundidad se mantiene alta, mientras que declina en los desarrollados, los cuales hace ya tiempo han superado la fase de transición demográfica.

Consecuencia de este desigual crecimiento son las muy distintas cifras de población entre regiones y sus diferencias en la edad. Así, en los años cincuenta de nuestro siglo, con una población en torno a los 2.500 millones, unos 800 millones, el 32%, vivían en los países desarrollados, mientras que los restantes 1.700, el 68%, lo hacían en los subdesarrollados o en vías de desarrollo. Mediados los noventa, de los 5.500 millones censados sólo un 24%, unos 1.300 millones vivían en países desarrollados, representando los subdesarrollados un 76% del total, unos 4.200 millones de personas.

Y en el futuro todos los cálculos apuntan en el mismo sentido: en el 2025 sólo 1.220 vivirán en regiones desarrolladas, aproximadamente un 20%; 1.159 en países subdesarrollados y nada menos que 6.818 se situarán en las regiones menos desarrolladas, lo que significará que un 80% vivirá en los países más desfavorecidos económicamente. Considerados por zonas, será en Asia Meridional, África y los Países Árabes donde se producirán los crecimientos demográficos más fuertes, siendo más moderados en Asia Oriental, América Latina y Caribe. En el lado contrario, tanto en América del Norte como en Europa la población, salvo por vía de inmigración, no aumentará casi nada o descenderá, dado que su media de fecundidad, apenas 1,7 por mujer, está por debajo de la tasa de reemplazo, 2,1 hijos por mujer. Así, Europa, que en 1990 tenía 498 millones de habitantes, pasará, si estos datos no cambian, a tener sólo 486 millones en el 2050.

Otro desequilibrio básico es el que afecta al reparto de la población por sexos y a la situación de la mujer. De los 5.300 millones de habitantes que tenía el mundo en 1990, menos de la mitad, 2.630 millones, eran mujeres, aunque las desigualdades regionales fuesen y sigan siendo considerables. En muchos países esta población femenina sufre una clara discriminación, que afecta a sus derechos cívicos y a su nivel de nutrición, de atención sanitaria o de educación. Su papel es, sin embargo, esencial en el comportamiento demográfico; la fecundidad está muy relacionada con cuestiones tales como la edad de contraer matrimonio ­alrededor del 50% de las mujeres africanas, el 40% de las asiáticas y el 30% de las latinoamericanas se casan antes de los 18, lo que constituye un indicador de alta fecundidad­, su nivel de educación, el uso o no de anticonceptivos, etc. 

Las políticas demográficas y los planes de desarrollo han tendido con frecuencia a olvidar estos aspectos, reforzando a veces su papel reproductor. Hoy en día se considera que la mejora de su estatus y su participación en la gestión de los programas demográficos es de suma importancia para el tratamiento de los problemas ambientales. 

Pobreza y Migración. La brecha Norte-Sur

La brecha que separa a los países desarrollados del Norte de los del Sur en desarrollo ha aumentado en las últimas décadas. Pero, a su vez, el Norte tiene dentro su propio Sur ­sus marginados­ y el Sur, dentro del cual se manifiestan también crecientes desigualdades, su propio Norte- sus potentados. Los niveles de riqueza y pobreza, y la dinámica poblacional son dos buenos indicadores de esta situación.

Más de una quinta parte de la humanidad vive todavía en unas condiciones extremas. En los países asiáticos, con algunas excepciones, la situación está mejorando, pero todos los indicadores de pobreza empeoraron en el África, al Sur del Sahara y en América Latina y, en menor medida, en otras zonas. Las desigualdades se manifiestan también entre sexos y edades: el mayor porcentaje de pobres se da entre las mujeres y casi los dos tercios de la población por debajo de los umbrales de pobreza tiene menos de 15 años.

Esta situación significa un fuerte contraste con el despilfarro y la sobrealimentación de los países ricos del Norte y una gran presión sobre los recursos, que es también una presión sobre el espacio: las poblaciones se desplazan de sus zonas de origen en busca de lugares más seguros o más respetuosos con los derechos humanos, y con mejores condiciones de vida, abandonado el campo por la ciudad o persiguiendo en los países desarrollados el bienestar que no encuentran en los suyos de origen. Así, en 1990, la mayoría de la gente vivía en zonas rurales; en el 2030 la población urbana será el doble de la rural
.
En el ámbito internacional, la mayor parte de las migraciones se están produciendo desde los países del Sur ­países jóvenes con un elevado crecimiento demográfico y bajo nivel de vida­ hacia los países del Norte, con una población envejecida, escaso o nulo crecimiento demográfico y alto nivel de vida, pero que se resisten a compartirlo encerrándose en sus fronteras- castillos. Más de 60 millones de ciudadanos de países pobres pueden estar en disposición de "invadir" los países ricos en busca de recursos, con un flujo actual ya de más de 2 millones de inmigrantes al año. Se estima en más de 125 millones de personas los migrantes internacionales en todo el mundo, la mitad de ellos en países en desarrollo. 

POBLACIÓN Y RECURSOS
La preocupación por los efectos de la población sobre el medio ambiente y la disponibilidad de recursos crece si tenemos en cuenta que la explosión demográfica coexiste con un modelo socioeconómico que propicia otra explosión no menos importante, la del consumo, masivo ya en las sociedades industrializadas, y que favorece situaciones de grave desigualdad, en la que el 20% rico de la población mundial se reparte el 80% de los recursos.
Ambas cuestiones, explosión demográfica y explosión del consumo no pueden, pues, considerarse por separado ni aislarse de los modelos de desarrollo que se planteen; por ello, es necesario afrontar la cuestión desde ambos aspectos, población y recursos, y buscar modelos de desarrollo más justos.
 TRABAJO EN CLASE

1.    Que factores ayudaron a que la población creciera lentamente?
3.  Explique los desequilibrios que se presentan en cuanto a composición, distribución y estructura de la población, sexo
4.    A qué se debe la migración de lo población del sur hacia el norte?
5.    Cuales son los efectos de la población sobre el medio ambiente?

TRABAJO EXTRACLASE
1.    Consultar que es desarrollo sostenible, sistema sostenible, explotación demográfica, educación y gestión ambiental.
2.    Consultar cuales son los valores ambientales
3.    Elaborar carteles en los que se exponga los valores ambientales

BIBLIOGRAFÍA
·         "La explosión demográfica". Ehrlich, P.R. y A.H. (1993). Barcelona. Salvat.
·         "Más allá de los límites del crecimiento". Meadows, D. et al. (1992). El País/Aguilar. Madrid.
·         "Los desequilibrios demográficos". Novo, M. (1993). UNED/Fundación Universidad-Empresa. Madrid. 

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